¿Qué es la alta sensibilidad?

Hace ya algunos años que fui poco a poco admitiendo —primero para mí mismo y luego ante algunas personas cercanas— que era una persona sensible. De tanto en tanto encontraba alguna información sobre las llamadas personas altamente sensibles aunque no me sentía identificado: encontraba las definiciones muy exclusivistas y las explicaciones muy fantasiosas. También es cierto que admitir que era una persona altamente sensible en un mundo donde ser simplemente sensible es sinónimo de debilidad o de susceptibilidad no era muy apetecible —así, de entrada— y menos para un hombre.

A raíz de un vídeo que vi en youtube hace un par de años que nombraba de pasada el tema, decidí ir algo más allá y buscar información fiable. Investigué para saber si eso de la alta sensibilidad era algo real más allá de una invención fantasiosa. Encontré un test en la web de aPASe y de ahí llegué a la Doctora Elaine Aron, la psicóloga e investigadora que acuñó el término en 1991 tras sus primeras investigaciones.

La lectura de su libro El don de la sensibilidad (mala traducción del título original The highly Sensitive Person) arrojó luz sobre muchos pasajes de mi vida y —sobretodo— me ayudó a detectar necesidades propias que había desatendido insistente y negligentemente a lo largo de mi existencia. Por aquel entonces estaba cursando la formación como terapeuta Gestalt —proceso de autoconocimiento ya de por sí muy revelador— y el descubrimiento de mi alta sensibilidad me ayudó definitivamente a conocer más fácilmente mis mecanismos de evitación y a reconocer y gestionar mejor mis necesidades.

Sí, pero… ¿qué es en realidad la alta sensibilidad?

Hay mucha información ahí fuera sobre la alta sensibilidad y las personas altamente sensibles (PAS). Podemos encontrar miles de vídeos, artículos y publicaciones en los que se define, se hacen clasificaciones, se dan consejos para gestionarla, se ofrecen técnicas para controlarla, etc. Para mí es importante ir a las bases, al origen y a las investigaciones serias realizadas, para así evitar especulaciones y fantasías que quizás nos guste creer pero no se ajustan a la realidad.

La alta sensibilidad es realmente una sensibilidad de procesamiento sensorial (nombre científico) que según algunas investigaciones está directamente relacionada con una mayor actividad cerebral en el área del hipotálamo y una mayor respuesta por parte del sistema nervioso ante cualquier estímulo. Esto quiere decir que las personas con este rasgo no es que tengamos unos sentidos hiper-desarrollados o que sean muy delicados sino que procesamos una mayor cantidad de información (estímulos) del entorno de forma inconsciente, o sea, sin proponérnoslo.

Todo lo anterior implica que por lo general las personas altamente sensibles tendemos a emocionarnos más fácilmente, a profundizar más en las cosas, a ser más empáticas, a sobrecargarnos más pronto, a reaccionar más efusivamente frente a los estímulos emocionales, a detectar matices y sutilezas con facilidad, a ser más concienzudas en lo que hacemos, etc.

Los estudios realizados desde hace ya tres décadas nos muestran que este rasgo lo poseen alrededor de un 20% de la población, independientemente de países, culturas, etnias, etc. y que este porcentaje se mantiene más o menos constante en muchas de las especies animales estudiadas, lo que ha llevado a suponer que es una característica adaptativa en la evolución. Así mismo se ha comprobado que no hay diferencia en la proporción entre hombres y mujeres.

Es importante adelantar en este punto que la alta sensibilidad no es un trastorno ni una enfermedad, es un rasgo de la personalidad, por lo que no se puede diagnosticar, ni se debe tratar, ni se ha de curar. Así mismo tampoco se puede contraer ni desarrollar sino que viene marcada por un componente genético, muchas veces de primer grado (padres) aunque no siempre sea así (pueden trasmitirse a través de los abuelos). Se puede, sin embargo, aprender a gestionarla de una mejor manera y convertirla en un aliado en vez de vivirla como una carga.

En este punto conviene remarcar que el problema de ser altamente sensible no proviene tanto de las características del rasgo en sí mismas, sino más bien de las dificultades que conlleva vivir en una sociedad donde su expresión no es valorada y cuyas necesidades intrínsecas son negadas o su satisfacción ha de conseguirse en un entorno que lo dificulta. De hecho, según las circunstancias vividas en nuestra infancia el rasgo puede desplegarse de una forma más positiva (que nos genera satisfacción y nos ayuda en la vida) o negativa (que nos genera frustración y nos dificulta la vida).

¿Qué pistas pueden indicarnos la posibilidad de ser PAS?

Si te pones nervioso cuando tienes muchas cosas que hacer en poco tiempo, si necesitas apartarte un rato en un lugar tranquilo y en soledad en días de mucha actividad, si los ambientes ruidosos y llenos de estímulos te sobrecargan, si tienes una vida interior rica y compleja, si suele ser una prioridad para ti organizarte la vida para evitar situaciones perturbadoras o abrumadoras, si te saturas con los olores fuertes, te molestan las luces intensas, los lugares ruidosos… es probable que seas una persona altamente sensible. No tienen que ocurrirte todas estas cosas, ni en la misma intensidad; solo son ejemplos que pueden indicarte la posibilidad de poseer el rasgo.

Hay una buena cantidad de test para saber si eres PAS, yo te recomiendo que vayas a los oficiales, aquí tienes el de la propia Doctora Elaine Aron en la web oficial de la fundación Highly Sensitive Person (en inglés), también puedes encontrar una versión más antigua traducida al castellano en la web de aPASe y otra más elaborada en la web de PAS España. No te recomiendo hacer otro tipo de tests que no se basen en el oficial ya que hay tantos acercamientos al rasgo carentes de rigor que seguramente te generen confusión.

En todo caso y tal como dice la propia Aron en su web, «(…) no hay ningún test psicológico tan preciso que ningún individuo deba basar su vida en él». Puede que no respondamos a muchas de las preguntas afirmativamente pero quizás lo hagamos a algunas con bastante intensidad: eso también puede ser indicador de una posible alta sensibilidad. También es importante tener en cuenta que en muchos casos vamos a tener que hacer un esfuerzo de honestidad con nosotras mismas al responder algunas preguntas. Sobretodo los hombres, ya que en nuestro concepto de la masculinidad suele estar desprestigiada la sensibilidad misma. Esto nos ha podido llevar a reprimirla desde pequeños y a deformar y negar su expresión en la actualidad, sin ni siquiera ser conscientes de ello.

Más allá del propio test están los cuatro pilares sobre los que se asienta el rasgo —que sí son necesarios, según Elaine Aron, para poder considerarnos PAS— y que son los que están siendo investigados más profundamente para poder relacionarlos con las características fisiológicas asociadas al rasgo.

Estos son los siguientes:

  • Profundidad de procesamiento de la información (Depth of processing)
  • Sobreestimulación o saturación (Overstimulation)
  • Alta reactividad emocional y empatía (Emotional reactivity and Empathy)
  • Sensibilidad a las sutilezas (Sensing of subtle)

Profundidad de procesamiento de la información

Es la base del rasgo, procesamos más profundamente la información, seamos conscientes de ello o no. Damos vueltas a las cosas, relacionamos datos y situaciones entre ellos, comparamos continuamente experiencias presentes con pasadas, revisamos, corregimos… y al final sacamos conclusiones que llamamos generalmente intuiciones porque no sabemos a ciencia cierta cómo llegamos hasta ellas. Podemos decir que tenemos una buena intuición. ¡Que evidentemente no es infalible!

Esto nos hace parecer más lentos aunque en realidad lo que ocurre es que manejamos más información y hacemos más cálculos. También es la causa de nuestra mayor facilidad para sobrecargarnos y saturarnos.

Como curiosidad, en algunos estudios se ha observado que las personas AS tienen más facilidad para saltar barreras culturales por su tendencia natural a ir más allá de lo que se supone que debe de ser.

Sobreestimulación o saturación

La sobreestimulación es la consecuencia directa del esfuerzo de manejar tanta cantidad de estímulos simultáneamente. En una situación complicada en la que tenemos que recordar muchas cosas, el ambiente es intenso (ruidos, desorden…) y se alarga en el tiempo, nos vamos a saturar mucho antes que las personas que no perciben o procesan tanto estímulo.

En general, las PAS somos más precisas y eficientes en situaciones que requieren mucha concentración y muchas cosas a tener en cuenta, aunque nos estresamos más y nos cansamos con más facilidad en esas tareas.

En este sentido no hay que confundirla con los trastornos sensoriales. No se trata de que tengamos problemas con los niveles de estímulo o dificultades en saber dónde centrar nuestra atención, sino que reaccionamos a los estímulos con más intensidad. Evidentemente, una vez saturados nuestras capacidades disminuyen o se bloquean.

Alta reactividad emocional y empatía

Las investigaciones ha descubierto que las PAS reaccionan con más intensidad a las experiencias ya sean negativas o positivas (agradables o desagradables) aunque algunos estudios muestran que la reacción es incluso mayor en las experiencia agradables. Esto explica que —también según algunos estudios— las PAS responden mejor que la media a la terapia y la ayuda emocional.

La empatía es también una característica intrínseca del rasgo. Más allá de la capacidad de saber cómo se está sintiendo la otra persona, una PAS tiene más facilidad para sentir —en cierta medida— de la misma forma que se está sintiendo la otra persona. Esto es debido a la mayor actividad de las recientemente descubiertas neuronas espejo. Aunque esta característica puede resultar desbordante, bien utilizada puede ayudar mucho en el conocimiento y la ayuda a los demás. Y también en el propio aprendizaje.

Sensibilidad a las sutilezas

Confundida por muchos como el fundamento del rasgo, la percepción de sutilezas y detalles que otros pasan por alto es quizás la característica más llamativa. Esta capacidad es útil en infinidad de situaciones, desde el disfrute de los incontables matices de un aroma hasta la percepción de sutiles gestos no verbales que nos alerten del estado real o las intenciones ocultas de otra persona. Aquí no están funcionando las áreas del cerebro que se activan cuando reconocemos letras o palabras sino más bien las que se activan al captar los significados sutiles del texto.

Cierto es también que una vez saturados y sobrecargados es fácil que no detectemos ni las señales más obvias. Algo a tener muy en cuenta a la hora de cuidarnos.

Un paseo por la alta sensibilidad

Al no ser un trastorno ni una enfermedad, no se puede diagnosticar. Aunque, como hemos visto, nosotras mismas podemos valorar si nos identificamos con sus características y si asumir que tenemos el rasgo nos resulta útil y puede mejorar nuestra vida.

Algunos de los ejemplos de cómo la alta sensibilidad se puede manifestar en nuestra vida serían:

  • Le damos muchas vueltas a las cosas, nos hacemos muchas preguntas sobre cosas que para la mayoría son triviales y tendemos a profundizar en el conocimiento de aquello que nos interesa y atrae.
  • Tenemos facilidad para detectar sutilezas y disfrutar tanto de obras de arte como de espectáculos de la naturaleza, desde un desfile de hormigas hasta un paisaje sobrecogedor.
  • Como somos conscientes de tantas cosas a tener en cuenta y valorar (profundidad de pensamiento), no tomamos decisiones a la ligera sin antes estudiar concienzudamente los pros y los contras. Esto, mal gestionado, puede llevarnos a bloquearnos ante cualquier decisión, por irrelevante que parezca.
  • Suele afectarnos negativamente la exposición constante a malas noticias hasta el punto de que esto afecte el desempeño de nuestra vida diaria. Es una decisión sabia controlar nuestra exposición a noticias, sobretodo a aquellas frente a las cuales somos o nos sentimos impotentes.
  • Así como un desastre natural o la noticia de una catástrofe nos afecta con especial intensidad, la simple visión de un pequeño animal o la idea de que algo bello existe (o puede existir) nos emociona al punto de ponernos los pelos de punta o llenarnos los ojos de lágrimas.
  • A pesar de estar disfrutando de la compañía, en un momento dado nos saturamos de tanto estímulo y necesitamos apartarnos a un lugar tranquilo, en soledad. La diferencia con la mayoría de personas es que en nuestro caso ese momento llega bastante antes que para el resto y no tiene que ver —o al menos no necesariamente— con un estado de tensión o ansiedad sostenida, ni con que no estemos pasándolo bien.

Recordad que no tenemos porqué identificarnos con todas y que hay muchas más formas de vivir la alta sensibilidad. Esto son simplemente algunos casos en los cuales podemos vernos reflejados y que pueden ayudarnos a identificar la posibilidad de tener el rasgo. Así mismo es cierto que muchas de las formas en las que se expresa esta característica pueden haber estado reprimidas como una forma de sobrevivir o un intento de encajar mejor en nuestro entorno.

Qué NO es la alta sensibilidad

Como comentaba antes, tanta información da lugar en muchos casos a confusión, por lo que os dejo una lista de algunos ejemplos de los falsos mitos que más a menudo se asocian con la alta sensibilidad:

  • No es una enfermedad ni un trastorno, ni está relacionado directamente con ninguno de ellos. Por lo tanto: no se cura, ni se sana, si se trata.
  • Por ello tampoco implica de forma directa que vayas a sufrir ansiedad, depresión u otro trastorno debido a tu condición, estás igual de expuesto que el resto de individuos.
  • No tiene una relación directa con altas capacidades, aunque pueda haber puntos en común o puedan coincidir ambas en una misma persona.
  • La alta sensibilidad no es introversión, de hecho algunos estudios muestran que alrededor de un 30% somos más bien extrovertidos.
  • No se desarrolla, ni se cultiva, ni se desencadena por ningún evento traumático o no de la infancia. Es una característica que viene de nacimiento por lo que seguramente ésta condicione nuestra respuesta a dichos eventos y no al revés.
  • No somos más buenos, ni más listos, ni mejores. Obvio.
  • No nos gustan las mismas cosas, no tenemos las mismas opiniones, no vestimos igual, no oímos la misma música, no leemos la misma literatura, no votamos a los mismos partidos. No somos una secta.
  • Las personas PAS no somos más espirituales, no poseemos poderes sobrenaturales y no sabemos lo que le conviene a los demás por influjo divino o conexión con el universo. Hay cierto romanticismo alrededor del término que lo asocia a personas de un rango superior con el derecho a gobernar la vida de los demás. Nada más lejos de la realidad, por supuesto.

Reflexión final

Después de todo lo comentado al respecto me gustaría lanzar unas preguntas que yo mismo me hago de vez en cuando: ¿Existe realmente una característica distintiva de alta sensibilidad en un grupo de personas? ¿Es necesario que sea definida como un rasgo de la personalidad? Quizás se pueda ayudar a las personas que somos más sensibles de lo normal sin necesidad de definir un rasgo, no sé. Y quizás en algún caso sea contraproducente el hecho de pensar que lo poseemos, creyéndonos erróneamente superiores a los demás y eludiendo la responsabilidad de crecer como personas y atender nosotras mismas nuestras propias necesidades. Sin embargo creo que —correctamente utilizada— es una herramienta muy útil y que nos ayuda a descubrir en nosotros valiosos recursos. Sobretodo teniendo en cuenta que el entorno social es en general bastante hostil e incomprensivo hacia todo lo que sea sensibilidad, expresión emocional, matices y necesidad de descanso.

Quiero recordar también la importancia de ser críticos con la información sobre el rasgo que consultamos en la web y en redes sociales. Como en todo, muchas personas generan contenido poco riguroso sobre el tema, cogido de cualquier sitio y adaptado a lo que yo creo que es o que debería de ser la alta sensibilidad, sin tener en cuenta el perjuicio que puede causar divulgar informaciones deformadas, confusas o directamente falsas.

Yo tampoco soy un experto y os invito a que pongáis en cuarentena aquello escrito aquí y lo contrastéis con fuentes fiables. Pese a ello, cierto es que hace ya un tiempo que comencé a informarme, después de descubrir que la AS no era una etiqueta más de moda para hacerse la víctima o el interesante, o para crear comunidad alrededor de una exclusividad.

En la nota al pie tenéis algunos enlaces con algunas fuentes en las que me he basado para escribir este artículo.

Espero, de corazón, que este texto os sea de utilidad.

Un abrazo.

Nota:

Para la redacción de este artículo he consultado especialmente las siguientes páginas:

Y el libro de Elaine Aron, El don de la sensibilidad (ed. Obelisco)

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