Una buena oportunidad

Hoy he decidido hablar de la situación actual. O más bien de todo aquello que vivo a través de esta nueva situación, algo inédito en mi vida y seguramente  en la de todos los que me leáis. Y comienzo así porque precisamente la primera apreciación que quiero hacer es cómo este fenómeno me está haciendo percibir con claridad la globalidad actual del mundo en el que vivo. Esta pandemia está cambiando nuestras costumbres, nos mantiene a casi todos aislados en casa, ansiosos y temerosos debido a la incertidumbre que supone su irrupción en nuestro día a día.

Siento esta sensación de pertenencia a nivel global, esta sensación de que mi propio destino depende en gran medida de las acciones y respuestas de otros, allá donde estos otros estén. Y la sensación de que de mis propias acciones dependen también otros, donde quiera que estos otros estén. Para mí está siendo una toma de conciencia radical, la cual no había sido capaz de experimentar ni siquiera respecto a la rotunda amenaza del cambio climático. Y esta toma de conciencia ha llegado de golpe y sin anestesia. Y creo que así está siendo para muchas de nosotras. ¿Qué voy a hacer con ello? ¿Qué vas a hacer con ello? ¿Qué vamos a hacer con ello? Es una incógnita que soporto con ansiedad y entusiasmo a partes iguales, según el momento, según mi estado de ánimo.

Personalmente no me interesan nada en estos momentos las elucubraciones alrededor del origen ulterior de esta pandemia, ni sobre teorías de la conspiración, ni las pontificaciones de castigos o llamadas de atención Dios, el universo, el destino, etc. para que dejemos de comportarnos de una u otra manera. Ni siquiera me interesa el enfoque —más fácil de asumir por mi parte— de que esto es un aviso o mensaje del planeta —de la naturaleza— para que ralenticemos la marcha, nos conectemos con nosotros mismos y con los demás y dejemos de destrozar los ecosistemas que nos permiten existir.

No me interesa nada lo anterior porque lo único que me ayuda ahora es el enfocarme en la realidad que tengo delante: los cambios que se suceden momento a momento, las situaciones que requieren de mi acción u omisión, ver las cosas con la claridad del momento y no con sospechas e interpretaciones de dudosa veracidad. Porque la razón del porqué está sucediendo se escapa a mi capacidad de comprensión. Y me atrevo a decir que a la de cualquier mortal. Tiempo habrá de valorar las posibles razones con calma, si acaso.

Lo que me interesa es reaccionar a esta situación de forma que cuide de mí y de los que tengo alrededor; y aún más allá, al otro lado del planeta. Me interesa extraer lo mejor de mí y ponerlo al servicio de una mejor resolución de la situación por la que atravesamos —o atravesaremos—prácticamente todos los humanos de este planeta. Me interesa tomarle el pulso a esta nueva vida que se abre irremediablemente frente a mí.

Y me asaltan mil dudas. Y te quiero compartir algunas referentes a la información que consumo y que comparto a través de esta plataforma y de las redes sociales.

¿Es mejor como comunicadores seguir compartiendo nuestro contenido sin hacer mención y sin relacionarlo con la crisis del COVID-19? ¿Es mejor que detengamos nuestro contenido habitual y nos centremos en los asuntos sobre la pandemia, el confinamiento y otros acontecimientos relacionados de actualidad? ¿Cuando podemos considerar que poner el foco en este tema puede ser oportunismo? ¿Y cuando que puede contribuir a más confusión, preocupación, ansiedad o incluso pánico?

Personalmente estoy valorando positivamente —en general— a los comunicadores que sigo que incluyen el asunto en sus contenidos y que incluso lo ponen en primer plano —siempre que esté relacionado con su contenido habitual—. Quizás con la excepción de quienes se están centrando en ello para ofrecer interpretaciones demasiado dirigidas, como si estos acontecimientos les dieran la razón y ellos me dieran ahora unas claves para superarlo que —aparentemente— solo tienen ellos.

Valoro mucho más aquellos que ofrecen contenido dirigido a ayudar basado en sus experiencias y desde una honesta humildad. Prefiero sentirme acompañado que guiado, apoyado que empujado. Aquello de lo que me alimento, aquello que escucho y leo son los ladrillos con los que construyo mi estado de ánimo y mi capacidad de respuesta a las circunstancias. Porque influye directamente en lo que pienso y siento. Y decido cuidarme en ese como en otros aspectos.

Como colofón a mi reflexión de hoy te dejo algunas ideas que quizás puedan servirte como ingredientes para tu receta en estos momentos de confinamiento e incertidumbre.

  • Cuidar de mi alimentación. Normalmente cuido bastante mi alimentación y estos días intento hacerlo con más cuidado dado que la ansiedad me afecta bastante a la hora de digerir mis comidas y de que me apetezcan alimentos más fuertes de sabor pero no por ello sanos y/o aconsejables en esta situación.
  • Hacer ejercicio. Aunque no tanto como quisiera, pero todos los días hago una u otra actividad física en casa que me sirva para mantener el cuerpo activos y las endorfinas fluyendo. Yoga, pilates, flexiones, saltos, baile… cualquier cosa me sirve.
  • Dosificar y filtrar las noticias. Estar continuamente expuesto a noticias de la evolución de la situación conlleva demasiados estímulos que entorpecen que pueda dedicarle mi atención a lo que realmente me está pasando aquí y ahora. En todo caso necesito estar informado así que limito acceder a las noticias a un par de veces al día y lo alejo lo más posible de las comidas y de la hora de acostarme. Respecto al filtraje, pongo especial esfuerzo en no creerme y menos en difundir cualquier noticia que me llegue por las redes sociales, grupos de WhatsApp, etc. Muchas de ellas son informaciones falsas que aunque bienintencionadas no ofrecen una visión real de lo que ocurre. Otras son directamente bulos difundidos con dudosa intención y fatal impacto en el ánimo de todos y que ayudamos a difundir por no ser cautos al respecto.
  • No abusar de las pantallas ni de las redes sociales. Bueno, tengo mis días y creo que estar conectado me ayuda bastante, pero tener siempre un guardián controlando no pasarme me está ayudando bastante. Marcarme los tiempos en los que accedo a las redes sociales y que no estén disponibles a cualquier hora, también. Y sobretodo desconectar al menos una hora antes de irme a la cama, eso es muy importante para mi calidad de sueño.
  • Cuidar mi sueño. Este es un tema delicado, porque a menudo no es cuestión de querer sino de poder. En todo caso intento llevar un orden en los horarios, una rutina, e irme a la cama a la misma hora aproximadamente. Como he dicho, evitar conectarme a internet y las redes o exponerme a noticias o actividades estimulantes al menos una hora antes de acostarme.
  • Intentar estar en un estado de ánimo positivo. No quiero decir que yo sea el tipo más optimista del planeta, desde luego que no lo soy. Pero enfrentarme al día con ánimo, con apertura, con la idea de que cada cosa va a tener su tiempo y de que voy a poder gestionar lo que ocurra —dentro y fuera— es ahora una de mis prioridades. Para ello —entre otras cosas— evito conversaciones que derivan hacia la impotencia y el derrotismo, contenido internet que esté cargado con rabia, desprecio, malas formas, etc. Y trabajo la respiración y la atención con yoga y mindfulness, lo que está siendo un gran apoyo.

Espero que estas reflexiones e ideas te aporten algo en estos días de cambio e incertidumbre y te invito a que dejes en los comentarios los tuyos propios. Mucho ánimo y que encuentres una dirección dentro de esta confusión que te lleve a un lugar mejor del que partiste.

Un sentido abrazo.

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